Ganaderos del norte de México y científicos unidos para salvar al jaguar

En el norte de México, los ganaderos de Sonora han encontrado en la conservación del jaguar una causa común, colaborando con científicos para proteger a este emblemático felino. A cambio, reciben incentivos económicos, y los primeros resultados ya son visibles gracias a censos realizados con cámaras trampa.

Diego Ezrre, de 76 años, recorre durante cuatro horas un camino accidentado desde Sahuaripa, Sonora, para llegar a su rancho. Descendiente de vascos franceses, su familia lleva generaciones dedicándose a la ganadería, desde que sus antepasados llegaron al estado en el siglo XIX. “Aquí engordamos vacas y criamos becerros que mayormente se exportan a Estados Unidos”, explica Ezrre.

Otro ganadero, Uriel Villarreal Peña, vive a 36 kilómetros del pueblo y combina la crianza de ganado de engorde con la producción de leche. Ambos son parte de un grupo de al menos 20 rancheros que han transformado sus actividades para proteger a especies silvestres como el jaguar (Panthera onca), eliminando la caza y colaborando con investigadores mediante el uso de cámaras trampa.

Un cambio de mentalidad ganadera

“La mentalidad está cambiando”, señala Ezrre, presidente de la Asociación Ganadera Local General de Sahuaripa. “Nos hemos dado cuenta de que al mantener un equilibrio ecológico, donde convivan jaguares, pumas, gatos monteses, ocelotes y otras especies como venados, jabalíes y águilas reales, el ganado también está protegido”.

El esfuerzo de conservación comenzó en 2003, cuando la organización Naturalia adquirió tierras privadas para establecer la Reserva Jaguar del Norte, un área de 20,000 hectáreas en antiguos territorios apache y ópata. Sin embargo, pronto descubrieron que los ranchos colindantes eran esenciales para la supervivencia del jaguar, lo que llevó al lanzamiento del programa Viviendo con Felinos en 2006. Este proyecto recompensa económicamente a los ganaderos por cada jaguar registrado vivo.

Resultados tangibles y nuevas oportunidades

Gerardo Carreón, director de Conservación en Naturalia, explica que la estrategia comenzó instalando cámaras trampa en ranchos vecinos y pagando a los ganaderos por cada fotografía obtenida. Con el tiempo, se han incorporado otros incentivos, como pagos por servicios ambientales y alternativas productivas, incluyendo ecoturismo, artesanías y la producción de bacanora, un destilado de agave típico de la región.

“También hemos ampliado la zona de conservación con 24,000 hectáreas adicionales”, añade Saúl Amador Alcalá, coordinador del monitoreo de fauna silvestre de Naturalia. Además, se trabaja en mejorar las condiciones de los ranchos con proyectos como cosechas de agua.

La Reserva Jaguar del Norte se encuentra en un ecosistema único que incluye matorrales espinosos y parches de selva baja caducifolia. Esta zona, que varía desde los 500 hasta los 1,100 metros de altitud, alberga una biodiversidad invaluable. Monitoreos recientes han identificado jaguares en zonas como Álamos y la Sierra de Bacatete, en territorios del pueblo Yaqui, formando un importante corredor biológico.

El impacto del esfuerzo comunitario

El trabajo conjunto con ganaderos y comunidades ha contribuido a datos valiosos, como los obtenidos en el Tercer Censo Nacional del Jaguar. Según Carreón, los registros preliminares indican un ligero aumento en la población. Actualmente, se estima que hay entre 120 y 150 jaguares en la región, frente a los 100 ejemplares estimados en 2003, lo que sugiere una población estable y en crecimiento.

Las cámaras trampa han generado miles de imágenes que requieren un análisis exhaustivo, utilizando incluso inteligencia artificial para identificar a los felinos individuales. Durante las expediciones de monitoreo, los equipos enfrentan jornadas de hasta 15 horas cruzando ríos y soportando temperaturas extremas para revisar las cámaras, asegurarse de que no haya cazadores y verificar las fuentes de agua.

Hacia un futuro sostenible

Aunque los resultados son alentadores, los esfuerzos no se detienen. Naturalia planea expandir el modelo de conservación a otros estados mexicanos donde habita el jaguar, como Campeche, Chiapas y Quintana Roo, a través de su programa Operación Jaguar.

El cambio en la actitud de los ganaderos también es evidente. “Es increíble ver que muchos tienen fotos de los jaguares captadas por las cámaras como imagen de perfil en sus redes sociales”, comenta Alcalá. Para Ezrre, este esfuerzo tiene un trasfondo claro: “No tenemos derecho a decidir qué especies desaparecen. El equilibrio es esencial y nos beneficia a todos”.