La compañía española Talgo, conocida por su avanzada tecnología ferroviaria y una cartera de pedidos superior a 4.000 millones de euros, ha sido el epicentro de una intensa lucha empresarial en los últimos años. Finalmente, el grupo vasco Sidenor ha tomado el control, consolidando su presencia en un sector estratégico tanto a nivel nacional como internacional.
Un activo codiciado con tecnología clave
Talgo, cuyo nombre completo es Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol, tiene 82 años de historia y un peso industrial incuestionable. Su tecnología de rodadura desplazable, que permite adaptar trenes a distintos anchos de vía sin necesidad de cambiar ejes, la ha convertido en un referente global. Desde 1969, este sistema ha operado sin interrupciones y es crucial en regiones con distintas normativas ferroviarias, como la frontera entre España y Francia o las conexiones entre Europa y los países de la antigua Unión Soviética.
No es de extrañar que empresas de Hungría, Polonia e India hayan intentado hacerse con el control de Talgo. Sin embargo, el Gobierno español ha bloqueado varias ofertas extranjeras, considerando la compañía un activo estratégico. Entre los interesados estuvieron el consorcio húngaro Ganz-MaVag Europe, el fabricante polaco Pesa y el indio Júpiter Wagon, pero fue finalmente el grupo vasco Sidenor, respaldado por el Gobierno, quien se hizo con el control.
Un movimiento estratégico para España y el País Vasco
El consorcio liderado por Sidenor, junto con BBK, la Fundación Bancaria Vital y el fondo vasco Finkatuz, adquirió el 29,76% de Talgo, evitando así superar el umbral del 30%, lo que habría obligado a lanzar una oferta pública de adquisición (OPA). La operación ha sido valorada en 183 millones de euros y supone una apuesta por mantener el control industrial de la empresa dentro de España.
Para Sidenor, la compra representa un salto cualitativo, diversificándose más allá del sector automovilístico, altamente volátil debido a la transición energética y el auge del coche eléctrico. La compañía vasca, con sede en Basauri (Bizkaia), emplea a 1.900 trabajadores, mientras que Talgo cuenta con 3.200 empleados, lo que evidencia la magnitud del desafío.
Retos y futuro: ¿será suficiente la «solución Sidenor»?
A pesar de que la operación proporciona estabilidad accionarial y un socio industrial fuerte, persisten dudas sobre si Sidenor podrá resolver en solitario los problemas de capacidad productiva de Talgo. Renta 4 señala en su último informe que, aunque la entrada de Sidenor es un paso positivo, la empresa podría necesitar externalizar parte de su producción para cumplir con la creciente demanda.
En términos financieros, Talgo cerró 2023 con un beneficio neto de 12,4 millones de euros, diez veces más que el año anterior, y una facturación de 652 millones, un 39% más que en 2022. Para 2025, se espera que los ingresos superen los 700 millones, con un beneficio neto de 31 millones y una deuda de 259 millones.
Además, como parte de la reestructuración, Talgo trasladará su sede de Madrid a Vitoria-Gasteiz, reforzando la vinculación con el País Vasco.
Talgo, clave en la reconstrucción ferroviaria de Ucrania
Uno de los aspectos más relevantes del futuro de Talgo es su posible papel en la reconstrucción ferroviaria de Ucrania, país que opera con ancho ruso (1.524 mm) y que busca integrarse en el sistema ferroviario europeo. Desde 2023, el gestor español Adif asesora a Ucrania en este proceso, y Talgo podría convertirse en un actor clave gracias a su tecnología adaptable.
La firma ya ha explorado colaboraciones con Pesa en Polonia para desarrollar trenes de alta y muy alta velocidad, un mercado que podría expandirse hacia el este de Europa tras la guerra.
Conclusión: Un futuro en movimiento
El control de Talgo por parte de Sidenor marca un hito en la industria ferroviaria española. Aunque el desafío es grande, la operación refuerza la soberanía tecnológica e industrial del país, con miras a consolidar su presencia en mercados estratégicos como Europa del Este y Latinoamérica.
Talgo no solo es un gigante ferroviario con tecnología punta, sino también una pieza clave en la movilidad del futuro. Su capacidad de adaptación será determinante en una industria en plena transformación.