Aunque los gorilas de las montañas Virunga, inmortalizados por la naturalista Dian Fossey en su célebre libro Gorilas en la niebla, son los más famosos, sus vecinos de Bwindi, menos conocidos pero igual de fascinantes, esconden una historia singular.
En la memoria colectiva, los gorilas ocupan un lugar especial, pero pocos conocen en profundidad a estas majestuosas criaturas. Entre las cuatro subespecies existentes, los gorilas de montaña de Virunga han captado la mayor atención. Sin embargo, a solo 30 kilómetros al norte, en Uganda, vive otra población de gorilas de montaña: los gorilas de Bwindi. Según estudios genéticos, estas dos comunidades se separaron hace aproximadamente 5.000 años y han seguido caminos evolutivos paralelos desde entonces.
El hábitat de los gorilas de Bwindi comenzó a fragmentarse de manera natural, pero hace unos 2.000 años la acción humana aceleró la deforestación, reduciendo su espacio vital a un pequeño enclave montañoso rodeado de campos de cultivo. A pesar de este aislamiento y la amenaza constante de extinción, la población de Bwindi ha sobrevivido gracias a los esfuerzos conservacionistas. En 1992, el Parque Nacional de la Selva Impenetrable de Bwindi fue despejado de asentamientos humanos, incluyendo a los batwa, una comunidad indígena cazadora-recolectora que habitaba estos bosques. Dos años después, la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad, un paso crucial para detener la destrucción del hábitat y la caza furtiva.
Hoy, Bwindi es un santuario de biodiversidad único en el mundo. Situado en la falla Albertina, entre las vastas sabanas del este de África y la cuenca del Congo, este parque nacional alberga más de 200 especies de árboles, 300 tipos de aves y numerosos vertebrados endémicos, como chimpancés orientales, diversas especies de monos y, por supuesto, los icónicos gorilas de montaña. Su conservación ha impulsado el ecoturismo, convirtiéndose en una fuente económica vital para Uganda. La visita a los gorilas es una de las experiencias más demandadas por turistas que llegan al país, generando empleos, inversión en conservación y beneficios directos para las comunidades locales. En la década de 1990, solo 3.000 personas al año visitaban Bwindi; para 2011, la cifra había superado los 15.000, y sigue creciendo, salvo durante la pausa ocasionada por la pandemia de COVID-19.
Una población en crecimiento
Actualmente, Bwindi alberga unos 460 gorilas, representando el 43 % de todos los gorilas de montaña del mundo. De los 50 grupos existentes, solo 17 están habituados a la presencia humana, lo que facilita tanto el turismo como la investigación científica. Sin embargo, esta habituación debe gestionarse con cuidado, ya que podría aumentar su vulnerabilidad ante cazadores furtivos sin una vigilancia adecuada. A diferencia de otros grandes simios, cuya población está en declive, los gorilas de montaña son la única subespecie que muestra un crecimiento estable gracias a los esfuerzos de conservación.
Estudios recientes han revelado características únicas de los gorilas de Bwindi, que los diferencian de sus vecinos de Virunga. Su morfología presenta adaptaciones al entorno, como pies especialmente diseñados para trepar árboles, lo que les facilita acceder a frutas, un componente clave de su dieta. Además, han desarrollado un comportamiento fascinante conocido como “escalada dental”, un método en el que utilizan los incisivos para ayudarse a trepar. Estas adaptaciones destacan su singularidad y refuerzan la importancia de proteger esta población.
Un legado de conservación
La protección y el estudio de los gorilas de Bwindi han sido esenciales para garantizar su supervivencia y para profundizar en nuestro conocimiento sobre ellos. Preservar a estos gorilas no solo mantiene viva una subespecie extraordinaria, sino que también protege su hábitat, beneficiando a la rica biodiversidad que alberga y mejorando la calidad de vida de las comunidades humanas circundantes.
Bwindi representa un recordatorio de lo que la conservación puede lograr: salvar una especie única y mantener vivo un ecosistema invaluable. En cada mirada de estos gorilas, se refleja el esfuerzo colectivo de quienes luchan por preservar el equilibrio entre naturaleza y humanidad.