La instalación de una silueta metálica de David ‘Bird’ Bigas en la torre de observación renombrada en su honor culminó un emotivo y multitudinario homenaje al querido ornitólogo del Delta del Ebro. Como un héroe mitológico y, de forma poética para un amante de las aves, Bigas ahora tiene un lugar en los cielos. Su icónica figura, con el cabello rizado siempre revuelto por el viento y su silueta ligeramente robusta, ha sido inmortalizada sosteniendo un telescopio en la torre de observación de Migjorn, situada en la Bassa de l’Alfacada, cerca de la playa y la entrada a la isla de Buda. Así, el gran ornitólogo, cuya vida y legado están indisolublemente ligados al Delta del Ebro, permanecerá observando las aves en su amado paisaje, un lugar que convirtió en su hogar y que ahora lo honra de forma permanente.
El sábado al mediodía, la torre fue escenario de la inauguración de la silueta y la placa conmemorativa de Bigas, momento que reunió a amigos, colegas y familiares en un homenaje repleto de emoción. Algunos subieron con prismáticos y telescopios, como solía hacer él, para dedicarle la observación de aves. Entre el cañizo se divisaban ánades y limícolas, incluido un archibebe, mientras que en el cielo azul planeaba un majestuoso aguilucho lagunero. La jornada, que contó con la presencia de su viuda, Azucena Ferré, y su hijo Edu, estuvo marcada por el cariño y la admiración hacia Bigas. Muchos visitantes se fotografiaron junto a la silueta en un ambiente lleno de sentimiento, mientras que otros leyeron pasajes de El peregrino de J.A. Baker, uno de los libros favoritos de los amantes de las aves, como un tributo al ornitólogo fallecido el pasado 30 de agosto.
Un legado imborrable
El día comenzó con un acto en el Auditori La Germandat de Els Muntells, el pueblo donde Bigas, nacido en Torelló en 1968, había echado raíces. Medio millar de personas llenaron el auditorio, destacando la profunda conexión de Bigas con la región y su dedicación a sus aves. El alcalde de Els Muntells, Rafel Porres, y el director del Parc Natural del Delta de l’Ebre, Francesc Sisco Vidal, encabezaron el evento, que resaltó tanto los logros científicos como la personalidad única de Bigas. Vidal recordó los inicios de David en el Delta en 1990 como anillador del Institut Català d’Ornitologia (ICO) y cómo se convirtió en un experto inigualable en aves, capaz de identificar con maestría especies raras o contar miles de ejemplares en las marismas.
Vidal también destacó el impacto emocional de la pérdida, señalando: “David era un amigo verdadero, una gran persona que dejó huella en todos nosotros”. Su relato incluyó anécdotas que reflejaban la pasión de Bigas por el Delta, su extraordinaria capacidad para detectar rarezas y su estatus como referente para ornitólogos de todo el mundo. Amigos cercanos, como José Luis Copete, evocaron momentos inolvidables, desde su impresionante conocimiento que dejó atónitos a expertos internacionales como Lars Svensson o David Sibley, hasta su llegada tarde como testigo en una boda, vestido por única vez con americana.
Un símbolo eterno en el Delta
El homenaje concluyó con la interpretación al saxofón de El Cant dels Ocells por Martí Rullo, sobrino de Bigas, y la proyección de un conmovedor audiovisual que mostraba su vida, desde sus momentos anillando flamencos hasta compartiendo risas con amigos. A través de estas memorias, David Bigas sigue presente en el corazón de quienes lo conocieron.
Auténtico, generoso y apasionado, Bigas era una figura única, siempre dispuesto a compartir su amor por las aves y el Delta con quienes lo rodeaban. La torre que ahora lleva su nombre será un lugar de recuerdo y admiración, un símbolo que perdurará más allá del paso de las estaciones. Aunque las aves vengan y se vayan, y el Delta mismo pueda cambiar con el tiempo, la figura de David Bigas seguirá mirando al horizonte, inspirando a generaciones futuras a amar y proteger la naturaleza que tanto le apasionaba.