Árbol para una Navidad o para toda una vida: realidades y mitos al elegir entre un pino natural o artificial

En México, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) calcula que alrededor de 200,000 pinos están disponibles para la venta durante las celebraciones navideñas. Mientras las festividades alcanzan su punto culminante, el protagonista de la temporada, el árbol navideño, se encuentra en diversos lugares: mercados, estacionamientos de centros comerciales, tiendas y ferias especializadas. Algunos prefieren los árboles naturales por su fragancia y aspecto fresco, mientras que otros optan por los artificiales, argumentando que son reutilizables y más prácticos. Sin embargo, las opiniones se dividen sobre su impacto ambiental: los artificiales son criticados por su fabricación con materiales no biodegradables, mientras que los naturales generan preocupaciones por la deforestación.

La mejor opción para el medio ambiente

Elegir entre un árbol natural y uno artificial no es solo una cuestión estética, sino también una decisión con implicaciones ecológicas. Algunas personas consideran que comprar un árbol artificial ayuda a combatir la deforestación, pero según Silvia Murillo, coordinadora general de producción y productividad de Conafor, esto es un error. Los árboles naturales destinados a la Navidad provienen de plantaciones controladas, manejadas por familias productoras con terrenos de una o dos hectáreas.

Murillo señala que el gobierno promueve el consumo responsable de árboles navideños naturales, cultivados en plantaciones que cumplen con regulaciones ambientales. Estas plantaciones no solo garantizan sostenibilidad, sino que también benefician a las comunidades locales. Actualmente, en México hay 292 productores que ofrecen al menos 200,000 árboles para la temporada 2024.

Además, estas plantaciones permiten recuperar terrenos degradados previamente utilizados para la agricultura o la ganadería, sirviendo como refugio para fauna, restaurando el suelo y capturando dióxido de carbono. Según Murillo, los consumidores también tienen la opción de adquirir árboles en macetas, que pueden ser replantados después de las fiestas.

Impacto ambiental de los árboles naturales

Roberto Lindig, experto en restauración ambiental de la UNAM, destaca que estas plantaciones contribuyen al almacenamiento de carbono. En estudios realizados con abetos de entre 11 y 14 años, se han almacenado hasta 4.2 toneladas de carbono por hectárea. Aunque esta cifra es modesta en comparación con bosques maduros, representa una contribución significativa si los terrenos degradados se utilizan para plantaciones durante varias décadas.

Por otro lado, la Conafor asegura que las áreas dedicadas a esta actividad mantienen cobertura forestal constante gracias a ciclos productivos sustentables, donde un árbol es reemplazado por otro al año siguiente.

Árboles artificiales: durabilidad y controversias

Aunque los árboles artificiales destacan por su durabilidad, su impacto ecológico depende del tiempo de uso. Para que sean una opción sostenible, deben utilizarse durante al menos 12 años, aunque algunos expertos sugieren que el tiempo ideal es de 20 años. La mayoría de estos árboles están hechos de cloruro de polivinilo (PVC) o polietileno, materiales no biodegradables que dificultan el reciclaje.

Ricardo Acosta, investigador de la Facultad de Química de la UNAM, afirma que el reciclaje de estos plásticos no es económicamente viable debido a la baja cantidad de material recuperable. Aunque Acosta defiende los árboles artificiales como una opción para evitar la tala de abetos, reconoce que pocas personas mantienen estos árboles el tiempo suficiente para justificar su impacto ambiental.

Comparativa de emisiones de carbono

Ambas opciones presentan desafíos ambientales relacionados con su desecho, transporte y emisiones de carbono. Según la ONG One Tree Planted, un árbol natural convertido en abono, astillas o leña genera 3.5 kg de CO2, mientras que si se descompone en un basurero, esa cifra aumenta a 16 kg. En contraste, un árbol artificial puede generar hasta 40 kg de CO2 debido a su producción, transporte y distribución, especialmente si se importa desde China, principal fabricante mundial.

Cierre del ciclo de vida del árbol

La Conafor subraya la importancia de completar el ciclo de vida de los árboles navideños. En colaboración con los gobiernos estatales, se promueven centros de acopio para enero y febrero, donde los árboles naturales son procesados como composta.

Roberto Lindig enfatiza que la clave está en el destino final del árbol: “No solo importa cómo se produce y vende, sino también cómo se desecha. Un árbol natural en un vertedero pierde su potencial de utilidad, mientras que con un manejo adecuado puede transformarse en productos valiosos”.

La decisión entre un árbol natural y uno artificial va más allá de una simple compra: es un compromiso con el medio ambiente y un paso hacia la sostenibilidad.