La organización internacional Panthera trabaja para promover una coexistencia armónica entre los pumas y los ganaderos de la Patagonia. Su objetivo es transformar la relación tradicionalmente conflictiva con este gran felino, el segundo más grande de América, y evitar su caza, una práctica que sigue siendo común en varias regiones.
Un encuentro con el conflicto
En la provincia argentina de Santa Cruz, Nicolás Lagos y Mauricio Montt, del proyecto Puma de Patagonia de Panthera, se encontraron con un grupo de gauchos que exhibían con orgullo unas quince pieles de pumas cazados. Este tipo de escenas refleja una realidad arraigada: en Argentina, la caza de pumas es legal en varias provincias patagónicas, y ser “leonero” se asocia a un símbolo de estatus.
Sin embargo, en el Parque Nacional Torres del Paine, en la Patagonia chilena, la situación es distinta. Este parque alberga la mayor densidad de pumas del mundo, con entre 5 y 7 individuos por cada 100 kilómetros cuadrados, según estudios de Panthera. En esta región protegida, se han logrado avances en la percepción y protección del puma, incluso generando ingresos a través del turismo relacionado con este emblemático depredador.
El desafío en las estancias
Fuera de las áreas protegidas, la relación entre los pumas y los ganaderos sigue siendo compleja. En la comuna de Torres del Paine, hay más de 30 estancias que abarcan entre 6.000 y 20.000 hectáreas. El principal conflicto radica en los ataques de pumas a ovejas y corderos, aunque también se han registrado casos ocasionales con vacas y potrillos.
Mauricio Montt, técnico de campo de Panthera, explica que, a menudo, los ganaderos sobreestiman las pérdidas atribuidas a los pumas. “De las 50 bajas que se reportan como causadas por un puma, probablemente sólo 10 lo sean; las demás pueden ser de otra causa”, comenta.
En Chile, entre 2012 y 2024, se registraron 142 denuncias de ataques de carnívoros al ganado en la región de Magallanes, pero solo el 9,1% de estos se atribuyeron a pumas. Sin embargo, muchos ganaderos ven al puma como un enemigo que debe ser eliminado, independientemente de la magnitud del daño que cause.
Cambiar la percepción: estrategias no letales
El equipo de Panthera trabaja para modificar la percepción de los ganaderos hacia los pumas mediante soluciones prácticas que protejan el ganado sin necesidad de cazar al felino. Entre las medidas implementadas están:
- Luces LED «foxlight»: Estas luces, que se activan automáticamente por la noche, han mostrado ser efectivas para ahuyentar a los pumas. Sin embargo, como los felinos pueden acostumbrarse a patrones estáticos, se trabaja en sistemas más dinámicos que combinen luces, sonidos y sensores de movimiento.
- Collares GPS: Se han colocado 17 collares en pumas para monitorear su comportamiento y evaluar la efectividad de las medidas disuasorias.
- Perros protectores: Aunque los perros pueden ser efectivos para disuadir a los pumas, requieren un entrenamiento riguroso y no todos los animales son aptos para esta labor. En la estancia Cerro Guido, además de perros, se están utilizando mulas como un método experimental de protección del ganado.
Rompiendo mitos y generando alianzas
Panthera también busca desmitificar ciertas creencias comunes entre los ganaderos, como la idea de que una puma con crías es especialmente peligrosa para las ovejas. “Si mataran todo lo que ven, no quedaría ni una sola oveja”, asegura Montt. Además, el equipo ha observado que los pumas pueden atacar ganado cerca de perros supuestamente protectores, lo que desafía las suposiciones tradicionales sobre la seguridad del ganado.
El enfoque de Panthera no es confrontacional. Según Nicolás Lagos, la clave está en generar confianza y colaboración con los ganaderos. “Nos preocupamos tanto por los pumas como por los ganaderos”, afirma. A través de alianzas con estancias en Chile y Argentina, buscan implementar modelos de ganadería más sostenibles y compatibles con la conservación del puma.
Un futuro de convivencia
En el largo plazo, Panthera aspira a ampliar su trabajo a más estancias y reforzar la transferencia de conocimientos, promoviendo un cambio cultural que permita la coexistencia entre humanos y pumas en la Patagonia. Este esfuerzo se financia mediante donaciones y proyectos específicos, con el objetivo de reducir la caza por represalia y proteger a esta especie icónica, mientras se mejora la calidad de vida de los ganaderos.
“Somos pocos en la región, pero estamos comprometidos a apoyar a los ganaderos en la búsqueda de soluciones que beneficien a todos”, concluye Lagos. A través de la innovación, la educación y el trabajo conjunto, Panthera está sentando las bases para una Patagonia donde el puma y la ganadería puedan prosperar juntos.