Hace dos años, la Agencia Espacial Europea (ESA) seleccionó a la leonesa Sara García para formar parte de su nueva generación de astronautas. De entre más de 23.000 aspirantes, solo 17 lograron un puesto, y 12 de ellos, como García, lo hicieron en calidad de reservas. Su meta: entrenarse para futuras misiones espaciales, incluyendo posibles viajes a la Luna y estancias en la Estación Espacial Internacional (ISS).
De la biotecnología al entrenamiento espacial
Con 35 años, Sara García acumula una trayectoria brillante. Nacida en León, se licenció en Biotecnología en la Universidad de León y ha desarrollado su carrera investigadora en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid. Allí trabaja en la búsqueda de tratamientos para combatir el cáncer de pulmón y de páncreas.
Sin embargo, en octubre, García decidió pedir una excedencia temporal para lanzarse a una experiencia única: el entrenamiento en el Centro Europeo de Astronautas. Este período de formación, que no está remunerado por la ESA para los astronautas reservas, la está preparando para afrontar los desafíos más extremos que podría encontrar fuera del planeta.
24 horas con una astronauta en entrenamiento
¿Cómo se prepara alguien para sobrevivir en el espacio? El programa es tan exigente como variado:
- Entrenamiento físico: Cinco días a la semana realiza deporte intenso, además de una jornada más ligera que puede incluir actividades como caminar 20 kilómetros.
- Adaptación a climas extremos: En diciembre, García viajará a los Pirineos para aprender a sobrevivir en la nieve. Allí practicará la construcción de iglús, encender fuego en condiciones adversas y rescates en aguas heladas, simulando posibles aterrizajes en zonas remotas y hostiles.
- Formación médica básica: Adquiere conocimientos esenciales para atender emergencias médicas en el espacio, como tratar infartos, extraer sangre o colocar sondas.
El objetivo final: hacer que lo extraordinario parezca normal
El entrenamiento busca que los astronautas conviertan las situaciones más incómodas y extremas en su nueva normalidad. “Se trata de aprender a no morir en el espacio”, explican los expertos.
Sara García es el ejemplo perfecto de cómo la ciencia y la perseverancia pueden abrir nuevas fronteras, llevando a una investigadora española desde el laboratorio hasta las puertas del cosmos. Su historia es, sin duda, una inspiración para las generaciones futuras que sueñan con explorar más allá de nuestro planeta.